El Aborto
- Alejandra Duffoo
- May 22, 2018
- 2 min read
Updated: Jun 14, 2018

Unos meses atrás conversaba con una compañera de trabajo a la que quiero mucho; ella me decía que no podía entender por qué la Iglesia quería meterse en la sexualidad de las mujeres y decirles qué deben hacer con sus cuerpos. Yo le respondí lo siguiente:
Me has comentado que tu mamá te tuvo muy heroicamente a los 18 años de edad, aunque sabía que su vida se complicaría muchísimo. Me imagino que lo hizo porque entendía que estaba primero tu derecho a la vida, y que tu cuerpo no era su apéndice o riñón. Tú tenías derecho a vivir, y tu derecho no puede ser arrebatado por nadie, incluyendo a tu madre. Todos los seres humanos deberíamos tener derecho a lo mismo, sin importar la forma en la que fuimos concebidos, porque no somos los culpables de los actos de nuestros padres.
Tú tienes el derecho de nacer porque los seres humanos tenemos sólo una oportunidad para vivir, ya que científicamente sabemos que somos únicos e irrepetibles y que la vida humana empieza en la concepción. La vida es nuestro primer derecho, y precisamente ese derecho nos lleva a finalmente, poder alcanzar todos los demás derechos que existen. Cuando la Iglesia se opone al aborto, no se está inmiscuyendo en la sexualidad de las personas, sino que defiende el primer derecho de cada individuo que es la vida. Por otro lado, no me parece justo que con el dinero de mis impuestos, se paguen los abortos, porque sabemos conscientemente de que estos no se dan por temas de salud.
Me miró muy asombrada y respondió:
Creo que ese dinero invertido en abortos, debería ser canalizado en crear más casas para niños sin hogar.
Concluí:
¿Notaste que no incluí a Dios en mis argumentos? Esto no es una cuestión de religión, sino de sentido común. No somos dueños de la vida de nadie.
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